La narración se alterna entre el presente de la enfermedad de Adrián y las historias de infancia y juventud de él y de Fernando -el momento en que descubren su homosexualidad y la experiencia de una descarnada realidad que cuestionan y que los marca de manera prematura-. Estas dos líneas narrativas se van acercando hasta convergir, como sus vidas. El círculo de la historia se cierra con una ?magnífica ironía? borgiana: la vida les ha dado el dulce amor y, al mismo tiempo, la amarga muerte.